jueves, 17 de septiembre de 2009
Sufre horrendo crimen nuestra escuela en Macuspana, Tabasco
El Colegio "José María Pino Suárez", perteneciente a la Misión del Este de Tabasco de la Unión del Sur de México, sufre mientras su director, el Profesor Audemar Ricárdez Burelo, se recupera de las peligrosas heridas que le causara una estudiante que lo apuñaló el pasado martes 15 de septiembre.
La estudiante del sexto semestre de bachilleres (doceavo grado) que perpetró este ataque fue llamada a la oficina de la dirección alrededor de las 7:45 am del citado día para responder por algunos problemas de conducta que demostraba en la institución. Dado que la conversación no prosperaba y con visible irritación, la muchacha sacó una navaja y procedió a agredir al profesor. En la escena del crimen se encontró la navaja y un guante de cirugía, lo que indica que la agresora ya tenía planificado lo que iba a hacer.
El profesor fue llevado de inmediato a ser atendido médicamente. Hoy se encuentra fuera de peligro de las heridas, pero necesitará tiempo para recuperarse del todo. Por su parte, las autoridades se encargaron de detener a la joven y llevarla a los tribunales apropiados para su edad. La comunidad escolar da testimonio de la naturaleza rebelde y difícil de esa estudiante y de cómo la escuela ha tratado de colaborar en la adquisición de una mejor perspectiva de la vida, aunque sin aparente éxito.
Obviamente, en defensa de su dignidad, la estudiante y la familia han hecho circular en los medios que todo esto fue en defensa propia ante una iniciativa de acoso sexual. La escuela niega rotundamente esa versión y está en condiciones de desahogar las evidencias necesarias para demostrar el verdadero carácter de la estudiante y del director del plantel.
Mientras tanto, se ha despertado una profunda reflexión respecto de lo que ocurre en nuestras escuelas, particularmente en aquellas donde la concentración de estudiantes de otra fe es mayoritaria, como es el caso en Macuspana, Tabasco. Es cierto, nuestras escuelas fueron hechas para los hijos de la iglesia a fin de formarlos en las verdades y principios bíblicos que los mantengan enfocados en el servicio de Dios y la sociedad. Somos la elección educativa preferida de muchas familias no adventistas con las cuales se ha hecho un trabajo formativo excelente en sus hijos. Incluso, varios de ellos no sólo simpatizan con la Iglesia Adventista sino que ahora son miembros activos.
Pensar que el retiro de los estudiantes no adventistas de nuestras escuelas es la salvaguardia de los adventistas es ocioso. Lo que sí tenemos que revisar es si nuestras estrategias y recursos formativos están dando los frutos adecuados en dichos estudiantes. Probablemente, con todo y las buenas intenciones que tengamos, deban ser otras escuelas las que reciban a aquellos jóvenes que no deseen exponerse al poder transformador de Dios como se persigue en nuestras escuelas. Pero por el bien de nuestros propios hijos y el de aquellos que sí quieren un enfoque cristiano a su formación de vida, la educación adventista debe seguir siendo la mejor opción.
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