jueves, 23 de diciembre de 2010

La comunión con Dios como base para la testificación




La prioridad de la iglesia ha de ser la búsqueda seria de Dios como suprema prioridad en el poder del Espíritu Santo, así lo acordó la Junta Plenaria de Fin de Año 2010 celebrada en Playa del Carmen, Q. Roo., en el mes de noviembre del año pasado. En consecuencia, se ha venido difundiendo en las iglesias del territorio de la Unión del Sur de México el plan de reavivamiento y reforma.

Este plan de reavivamiento y reforma, impulsado por la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, durante el año pasado se hizo evidente mediante la celebración de lo que se denominó "las madrugadas de oración". Se trataba de un periodo de 40 madrugadas en los que la iglesia se reunía en los templos para orar y estudiar las Sagradas Escrituras. A todas luces estas madrugadas han sido una bendición para la iglesia, y lo ilustraremos con dos ejemplos de cómo la búsqueda de Dios creó condiciones para conectar a otros con Jesús.

En la ciudad de Villahermosa, Tabasco, una hermana miembro de la iglesia adventista necesitaba tomar un autobús urbano muy temprano desde su casa para llegar a tiempo al estudio de las madrugadas de oración. Con el paso de los días se dio cuenta que, básicamente, era la misma gente la que viajaba a la hora que ella lo hacía. Empezó a compartir literatura con ellos y hacer contactos amistosos. Nuestra hermana no había advertido cuánto valoraban los pasajeros su presencia hasta que un día no pudo ir a las madrugadas de oración. Al día siguiente, varios en el autobús le mostraron su interés preguntándole qué le había pasado. Cuando terminó el programa de las 40 madrugadas, nuestra hermana le pidió a su pastor local que continuaran con las madrugadas, puesto que ahora necesitaba otra serie de madrugadas de oración para seguir atendiendo a sus intereses.

Otra familia adventista tuvo la siguiente idea. En vez de celebrar las madrugadas de oración en la iglesia, decidieron tener un programa similar en su casa al cual invitarían a sus amigos no adventistas. Estos compañeros de trabajo nunca habían visitado la iglesia, pero parecían interesados en un programa espiritual en la casa, así que asistieron a las madrugadas de oración. Al cierre de los estudios de las madrugadas de oración, se les invitó a ir a la iglesia adventista, y los amigos estuvieron más que contentos de asistir. Fueron gratamente acogidos por los hermanos de la iglesia y hoy estos interesados están preparándose para entregarse a Dios y formalizar su pacto con él.

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