martes, 16 de marzo de 2010

De grupo pequeño a gran familia



Ésta es la historia del surgimiento de una congregación en la Misión Altos de Chiapas, contada por uno de los zapadores, Bartolomé Gómez Hernández. Pese a amenazas de los líderes locales de la comunidad, los laicos adventistas avanzan con fe en Dios y comparten el amor de Jesús con quienes no lo conocen.

"Conocí el evangelio en Tampa, Florida, Estados Unidos, en el año 2005. En la muerte de mi hermano me presentaron a unas personas que eran adventistas y me invitaron a su iglesia. En esa iglesia escuché hablar del sábado y cómo fue cambiado el verdadero día de reposo por el domingo. Ahí me regalaron una Biblia. Después me cambié a vivir a otra ciudad y llevé conmigo esa Biblia. La seguí leyendo, aunque no entendía lo que leía. Por un tiempo caí en el vicio del alcohol y, en esa condición, busqué la Iglesia Adventista.

"Comencé a estudiar La Fe de Jesús y, más tarde, descubrí que un primo asistía a esa iglesia y que ya era adventista. Cuando tuve la oportunidad de hablar con él, acordamos que debíamos volver a Candelaria, nuestra comunidad natal en el estado de Chiapas, México, para enseñar la verdad que habíamos aprendido. Y así lo hicimos.

"Mi primo Lorenzo Gómez regresó primero a Candelaria. Al llegar, las autoridades del lugar lo citaron para decirle que no querían otra religión ahí que no fuera la católica. Mi primo les explicó, en el afán de que no le hicieran daño, que no era adventista sino que sólo asistía como visitante. Las autoridades le creyeron y lo dejaron libre.

"Dos meses más tarde, yo regresé a la comunidad proveniente de Estados Unidos, y también me citaron las autoridades porque yo ya era adventista. Me dijeron que debía salirme del lugar porque no querían otra religión, solamente la oficial. Yo les dije que no quería problemas y que me iría a otro lugar. Me preguntaron cuándo saldría de Candelaria, y les dije que al terminar el año. Para entonces faltaban sólo dos meses, y los líderes pensaron que era mucho tiempo, que los adventistas crecerían y no podrían expulsarlos. Así que me dieron solamente un mes.

"Entonces, fuimos a la oficina de la Misión Altos de Chiapas, en San Cristóbal de las Casas, a informar que íbamos a salir de la comunidad. Los pastores comprendieron nuestros problemas y juntos fuimos a la fiscalía a denunciar los hechos. Las personas de la fiscalía llegaron a hablar con las autoridades de Candelaria y, entonces, pudimos quedarnos ahí.

"Comenzamos a reunirnos en una casa después de un tiempo. Éramos un grupo pequeño de sólo dos familiar, pero pronto empezamos a crecer. Unos primos y hermanos nuestros se unieron al grupo, al punto que ya no entrábamos en la casa de reunión. Nos fuimos a otra casa que era propiedad de un primo, misma que también pronto se llenó. Luego empezamos a construir un templo, y el pasado 20 de febrero del presente año el grupo fue organizado como una Escuela Sabática con 30 miembros bautizados y 67 miembros de Escuela Sabática.

"Ese día de la organización estuvieron con nosotros el pastor del distrito, y otros pastores de la Misión Altos de Chiapas y la Unión del Sur. Nos da gusto ver cómo lo que comenzó como un grupo pequeño ahora es una gran familia. Y seguiremos creciendo hasta que Cristo venga".

Información e imagen: Benjamín Vargas, Director de Escuela Sabática y Ministerios Personales, Unión del Sur de México.

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