sábado, 2 de mayo de 2009

El discipulado comienza en la niñez



La niña que participó en el viaje a las siete iglesias de Turquía y a Grecia fue Betsy Sansores, de 11 años. Betsy predica desde los 7 años, cuando por primera vez fue invitada a un evento de niños predicadores en su iglesia local, en Umán, Yucatán. No obstante, su involucramiento era esporádico. Al año siguiente la volvieron a invitar e, inclusive, al siguiente después de ése. Pero cuando Betsy tenía 10 años ocurrió lo más destacado de su experiencia como predicadora.

Atendiendo a la convocatoria que la División Interamericana había hecho, la Unión del Sur informó a los campos que hicieran un concurso en todos sus distritos para escoger a un niño o niña predicadora que participara en el certamen a nivel unión. Cuando supo del evento, Betsy quiso ser la representante de su distrito, pero había muchos otros niños de diferentes iglesias que le parecía a ella que tenían mejores posibilidades. Además, en su propia iglesia local no había mucho apoyo para promover a los niños predicadores.

Curiosamente, fue pasando el tiempo y ninguno de los otros niños se inscribía para el concurso distrital. Un día, el Pastor del distrito le pidió ayuda a la mamá de Betsy para encontrar niños predicadores de esa iglesia. Ella le recomendó varios niños, mismos que el Pastor ya había visitado y que no estuvieron interesados en participar. "No tenemos a nadie, hermana. ¿Qué hacemos?", dijo el Pastor. "Pues mi hija quiere particpar, no sé que le parece", dijo la hermana María Asunción Caamal, madre de Betsy. "Adelante", dijo el Pastor.

Sin mucho tiempo para prepararse y con la ayuda de su hermana mayor en la elaboración del sermón, Betsy ganó el concurso de niños predicadores de su distrito, y más tarde el de la Asociación del Mayab, lo que la hacía participante para el de la Unión. Más asombrados estuvieron aún sus familiares y amigos cuando, el 16 de marzo de 2008, durante el Campamento de Aventureros de la Unión del Sur en Solosuchiapa, Chiapas, Betsy obtuvo el primer lugar. Otro beneficio que Betsy recibió fue una beca completa para estudiar en la escuela adventista de Mérida por un año.

No es extraño que Betsy sea así de tenaz dado que, desafortunadamente, le ha tocado vivir circunstancias difíciles en su hogar. Sus padres se divorciaron hace ya varios años y a su mamá le ha tocado sostener la familia que incluye tres hijas. Betsy ha sido una niña esforzada, llena de confianza en Dios, y muy entusiasta.

Hoy día, su iglesia local ha cambiado mucho. Ahora ya la toman en cuenta para el rol de predicadores y apoyan el Ministerio Infantil en eventos similares. Betsy misma mira el viaje a Asia y Europa como una gran bendición: "Quiero aprender muchas cosas para incluirlas en mis sermones y hacerlos más efectivos, con la ayuda de Dios", dijo a este órgano informativo.

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